1.- VICTORIANO HUERTA, MI ABUELO EL CHACAL.

VICTORIANO HUERTA, MI ABUELO EL CHACAL.

Un Huichol, nacido en el pueblo de Colotlán, Jalisco, tuvo la oportunidad de estudiar en el Colegio Militar, institución en donde se graduó como ingeniero topógrafo con estupendas calificaciones desembocantes de la felicitación de Benito Juárez, personaje que lo enaltece como ejemplo de superación, paradigmático de los indios del país. Volcandose en contradicción por mérito a la persecución encarnizada que despliega en contra de los indios Tarahumaras, a quienes traslada a las fincas enequeneras de Yucatán, para sujetarlos a la explotación esclavista porfiriana.

Huerta, “El chacal”, acusado de asesino serial de Tarahumaras para sofocar rebeliones enderezadas en contra del régimen porfirista, apodado “la cucaracha” por su fama de “marihuano” y estupendo bebedor de coñac, siempre con sus lentes obscuros y chaqueta de levita, en su honor instrumentaron el canto de “la cucaracha, ya no puede caminar, porque le falta, porque no tiene marihuana que fumar”.

Huerta, el hombre que utiliza a Pedro Lascurain para acceder al poder, usurpando la figura presidencial de Pancho Madero, de quien ordeno su muerte a la par de Gustavo Madero, extrayéndole su único ojo sano a puntapies, en plena Plaza de la Ciudadela en presencia de la muda testigo estatua de mi General Morelos.

Huerta lo afirma, “mis ojos no se hicieron para llorar, y mi corazón está lleno de odio”, Carranza con el apoyo del gobierno yanqui de Henry Lane Wilsoon, logra derrotarlo haciéndolo huir a Paris, Ciudad luz, donde produce un encuentro con los agentes del Kaiser Guillermo II, para negociar el apoyo de México en el suministro petrolero al estado Alemán, con motivo de la primera gran guerra.

El Kaiser le proporciona a Huerta doce millones de municiones y 3 millones de marcos para orquestar el derrocamiento de Carranza y su nuevo ascenso al poder.

Huerta el iluso, pasa por alto los oficios de las operaciones secretas de la central de inteligencia americana y pide autorización de ingreso a los Estados Unidos de América y llegar a New York, Henry Line Wilsoon le tiende la trampa permitiendo su acceso, siendo atrapado por la policía política americana en Alburqueque Nuevo México, y ser trasladado a la prisión del Paso Texas, donde es ultimado por una inyección letal a manos de la policía secreta estadounidense, no sin antes haberle decomisado la fuerte suma de dinero y la enorme cantidad de municiones mismas que una vez saboteadas fueron vendidas por un comerciante y hotelero de Columbus, Sam Ravel, al destacado rebelde norteño y gobernador de Chihuahua, caballista por antonomasia, Pancho Villa, quien al sentirse defraudado por el engaño de la venta de unas municiones ya inservibles, acomete a la invasión del pueblo de Columbus Texas, USA, frontera con Palomas Chihuahua, antes conocida como General Quevedo, constituyéndose como incendiario de Columbus y masacrador de sus habitantes, curiosamente el estafador de Villa logra salvar el pellejo al haber huido a la fronteriza Tijuana para ser atendido de un malestar odontológico.

Columbus escenario de la primera invasión norteamericana por parte de un pequeño ejército de los llamados “dorados del norte”.

El imperio del águila solo ha sufrido en su territorio dos atentados bélicos, el de Villa en Columbus y el de Al-kaeda, en New york.

El panteón de la concordia en el Paso, se trastoca emblemático del triste fin del abuelo “El chacal de la Ciudadela” lugar escenario de las dos decenas trágicas, la primera la carnicería al norteño Gustavo A. Madero, hermano de Pancho Madero y la segunda los balazos proyectados a mediados de 1968 contra mi escuela vocacional de Ciencias Sociales, del glorioso Instituto Politécnico Nacional, quien dicho sea de paso, acertadamente fue erigido por el visionario Lázaro Cárdenas, en la hacienda de Santo Tomas, donde mis compañeros encontraron al mostrenco burrito blanco, adoptándolo como símbolo en los encuentro de football americano para enfrentarlo al indomable puma universitario.

En fin, son historias entrelazadas.

Jose Luis Aguirre Huerta.

Politécnico por convicción y mexicano por desgracia geográfica.